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Universidad Panteion 25/5/2022
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Por Dimitris Kaltsonis
Profesor de Teoría de Estado y Derecho
Universidad Panteion
Pocos en Grecia conocen las Islas Malvinas, el conjunto de pequeñas islas del Atlántico Sur con una población de no más de 3.000 habitantes. Incluye, además de las Malvinas, las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Se encuentran a 250 millas de la costa de Argentina y 8.000 millas de Gran Bretaña. La mayoría de la gente probablemente las ha escuchado por su nombre en inglés: Fóclands. Otros las confunden con Maldivas, que se encuentra en el subcontinente indio y también fue colonia británica hasta el 1965.
Nos interesa su historia y el atraso político que existe, aunque las islas estén bastante lejos. Nuestro planeta globalizado se ha vuelto muy común, todo lo que sucede en un rincón del mundo repercute en todos lados. Hoy, eso lo conocemos y lo comprendemos quizás mucho mejor que en el pasado.
Las Malvinas formaban parte del Imperio español, que se había apoderado del subcontinente latinoamericano tras el "descubrimiento" de las Américas por parte de los europeos. Ahora conocemos muy bien el sufrimiento insoportable que trajo el colonialismo español en la región. Millones de indígenas fueron exterminados, esclavizados, sometidos a la más brutal e inhumana explotación. Se estima que su población rondaba los 50 millones en 1500 para descender dos siglos después, a causa de todo eso, a menos de 6 millones.
[1].
A partir de la década de 1810 estalló la ola revolucionaria contra el colonialismo español que condujo, a través de muchos años de lucha, a la creación de estados independientes en América Latina. La ola de independencia nacional fue parte del movimiento internacional de superación del feudalismo lanzado con tanto énfasis por la Revolución Francesa. El curso de la revolución de liberación nacional griega se corresponde y es paralela con la época.
Con la retirada de los españoles, las recientemente formadas autoridades del estado argentino asumieron el dominio de las Malvinas. Esto, por supuesto, no sucedió automáticamente ya que la transición al estado independiente fue un proceso difícil y doloroso lleno de conflictos. Sin embargo, a pesar de que la turbulenta lucha por la independencia no había concluido, el año 1816 ya se había establecido la soberanía argentina sobre las islas.
El siglo 19, sin embargo, fue el siglo de la supremacía británica sobre América Latina. Era, después de todo, el siglo de la monarquía británica en todo el mundo. Se estableció el imperio colonial mundial de Gran Bretaña. La esclavitud de China también tuvo lugar durante el mismo período. Las guerras del opio y las condiciones humillantes impuestas a los chinos por los británicos fueron acompañadas por el saqueo y destrucción del palacio de verano de Pekín.
[2]. No olvidemos que a principios de este siglo las esculturas del Partenón fueron robadas por Elwin.
Exactamente al mismo tiempo, en 1833, los británicos ocuparon militarmente las Malvinas. Su ubicación geográfica en el Atlántico Sur fue sumamente importante para el control de las rutas marítimas e incluso en una época anterior a la construcción del Canal de Suez (1859). Para fortalecer y perpetuar su dominio, los británicos expulsaron a los isleños y reubicaron a los colonizadores británicos. La ocupación de las islas por Gran Bretaña se data del 1833. Argentina y los países vecinos han reaccionado diplomáticamente a esta acción desde el principio
[3].
Así este atraso llega hasta nuestros días. Este es un remanente de la política británica colonial. Para entender la analogía, recordemos que la ocupación colonial británica de Chipre comenzó el 1878. También debe señalarse que dos años antes de la invasión británica de las Malvinas en 1831, EE. UU. intentó esencialmente ocupar las islas por su cuenta.
El período de la descolonización
Las primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcadas por el surgimiento mundial de movimientos revolucionarios y movimientos de liberación nacional. El equilibrio de poder fue tal que facilitó mucho el derrocamiento del colonialismo. En este contexto, saltó a la palestra el tema de poner fin a la ocupación colonial británica de las Malvinas.
Argentina, por supuesto, durante todo el período del 1833 en adelante, siempre exigió la devolución de Malvinas. Pero la década de 1960 fue el mejor momento para la proyección y reclamación de su solicitud. En América Latina, después del fin del gobierno neocolonial de Estados Unidos en Cuba en 1959, el tema de poner fin al gobierno colonial en Puerto Rico, la construcción del Canal de Panamá y el asunto de las Malvinas estuvieron entre las principales demandas anticoloniales de los pueblos de América Latina
[4].
Gran Bretaña, al igual que otras potencias imperialistas coloniales, se opuso firmemente a la perspectiva de abolir el sistema colonial. Usaron una violencia brutal causando millones de muertes en todo el mundo. Usaron hábilmente maniobras diplomáticas para mantener sus privilegios. Cuando se vieron obligados a retirarse, se cuidaron de crear las condiciones adecuadas para volver a ser reguladores de la situación. Somos muy conscientes de la reacción violenta de Gran Bretaña ante el problema de Chipre, así como de la larga y sangrienta guerra de independencia de Vietnam, primero contra el colonialismo francés y luego contra Estados Unidos. También son bien conocidos los acontecimientos de la Guerra de Suez, que Gran Bretaña y Francia no lograron desatar en 1956 para impedir el evidente derecho de Egipto a controlar el canal
[5].
El clima internacional, sin embargo, favoreció el proceso de descolonización. Esto se reflejó en la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU (14 de diciembre de 1960) donde proclamó que la esclavitud y explotación de los pueblos era contraria a los principios de la Carta y a los derechos humanos, que los pueblos tenían derecho a la libre determinación y que se debía respetar la unidad nacional y la integridad territorial de los estados.
La decisión 1514 se especializó unos años después. En la Resolución 2065, la Asamblea General de la ONU (16 de diciembre de 1965) se ocupó exclusivamente de las Malvinas. Expresó claramente que el caso de las Islas Malvinas es un caso en el que se aplica la Decisión 1514 sobre la descolonización. Hizo un llamado a Argentina y Gran Bretaña para iniciar un diálogo bajo los auspicios de la Comisión para la Descolonización de la ONU sobre la transferencia de la Soberanía de las Malvinas a Argentina.
El principal contraargumento jurídico-diplomático de Gran Bretaña fue y sigue siendo el derecho a la libre determinación de los habitantes de las islas
[6]. De hecho, en 2013 se celebró un referéndum que ratificó con un abrumador porcentaje, como era de esperar, la voluntad del pueblo británico de pertenecer a Gran Bretaña. Invocar el derecho a la libre determinación es engañoso. Alejada de la verdad. Los habitantes británicos de las islas son el resultado de la colonización, ya que los nativos fueron expulsados por la fuerza. En otras palabras, esto es algo análogo al asentamiento ilegal de los territorios de Palestina ocupados por Israel o el asentamiento de los territorios ocupados de Chipre por Turquía. Las Malvinas son una colonia. Fueron separados por la fuerza de Argentina, que es el sucesor universal de España en la región.
La guerra del 1982
Un momento muy importante en el caso de las Islas Malvinas es sin duda la guerra del 1982. Debido a la guerra, el tema salió a relucir hasta en las zonas más remotas del planeta.
La sanguinaria dictadura bárbara que se había impuesto en la Argentina desde 1976 atravesaba una profunda crisis, tanto económica como política. Buscaba ansiosamente, en todos los sentidos, una salida. Lanzó una operación militar para retomar las Malvinas. Aspiraba así a ganar algún consenso y superar la profunda crisis de credibilidad. El caso de las Islas Malvinas estaba generando conciencia pública y, por lo tanto, fue instrumentalizado por la dictadura para abordar el creciente descontento popular. De hecho, creó una movilización cerca a la meta de liberación de las Malvinas, que se derrumbó rápidamente con la derrota militar. Se hizo famoso el lema popular "Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también"
La dictadura argentina contaba con la ayuda o incluso la tolerancia de Estados Unidos, su gran aliado en la lucha anticomunista. También esperaba que Gran Bretaña no reaccionara. El liderazgo dictatorial de Argentina malinterpretó las señales del declive económico de Gran Bretaña, subestimando su disposición y capacidad para emprender acciones militares.
También sobrestimó las pocas voces dentro del gobierno británico que apoyaron la liberación de Gran Bretaña de las Malvinas para que Gran Bretaña pudiera concentrar sus esfuerzos de recuperación en otras áreas. Entre otras cosas, Argentina era un muy buen cliente de los sistemas de armas británicos en ese momento. También llama la atención que la dictadura argentina, a pesar de la operación militar para retomar las islas, no tomó medidas sustanciales para mantenerlas bajo su mando.
Tal manejo de un grave problema nacional por parte de la dictadura no es original. Basta recordar la política correspondiente de la dictadura griega 1967-1974 en la cuestión de Chipre
[7].
Gran Bretaña respondió militarmente y restauró su soberanía sobre las islas. La guerra duró dos meses y medio y costó la vida a casi 700 argentinos y unos 300 soldados británicos. La naturaleza dictatorial del régimen argentino desempeñó un papel clave en el dominio militar británico. El régimen había vuelto a sus fuerzas armadas contra el "enemigo interno" mientras la disciplina de los soldados se basaba en la violencia y los maltratos.
Estados Unidos tuvo que elegir entre dos estados aliados. Al sopesar todos los parámetros, terminaron apoyando la invasión británica, aunque les preocupaba que el apoyo británico alimentara aún más los sentimientos antiestadounidenses de los pueblos de América Latina. Proporcionaron secretos, armas, información y todo tipo de apoyo a Gran Bretaña. Después de todo, Estados Unidos y Gran Bretaña, mediante esfuerzos conjuntos, derrocaron al gobierno de Perón en Argentina hace unos años (1955) en un sangriento golpe de estado. Gran Bretaña correspondió a la ayuda estadounidense a las Malvinas de varias maneras, una de las cuales fue la participación de bases británicas en el bombardeo de Libia en 1986
[8].
La OTAN también tomó una posición clara a favor de Gran Bretaña. La CEE (Comunidad Económica Europea) adoptó una postura similar al imponer sanciones económicas a Argentina. Además de la importancia económica y geoestratégica de Gran Bretaña, Malvinas fue un punto estratégico en el enfrentamiento con la Unión Soviética y los países socialistas.
El régimen dictatorial de A. Pinochet en Chile brindó una ayuda significativa en el esfuerzo militar británico para recuperar las Malvinas, a pesar de la lucha anticomunista conjunta de las dos dictaduras sedientas de sangre. Sin esa ayuda, Gran Bretaña habría perdido la guerra, dijo S. Edward un alto funcionario de la Fuerza Aérea Británica que visitó Chile en secreto en ese momento para asegurar el apoyo de Pinochet
[9]. Chile acumuló tropas en la frontera con Argentina, lo que generó preocupaciones razonables de que un conflicto era inminente. Así, Argentina no pudo fortalecer más sus fuerzas en las Malvinas. Al mismo tiempo, Chile ayudó de otras formas (p. ej., con información crítica vía radar), que se conoció recién después de 2012, cuando se abrieron los archivos británicos pertinentes.
Cabe señalar que la década de 1980 fue en general un período de intervención militar directa de los Estados Unidos en América Latina, además de la intervención indirecta a través de la incitación o el apoyo a golpes militares. La lista es larga: Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Haití, Grenada, etc.
[10].
La derrota en la guerra llevó al régimen dictatorial a una crisis aún mayor y al poco tiempo de su caída. Las Resoluciones 502 y 505 del Consejo de Seguridad de la ONU condenan el uso de la fuerza militar por parte de Argentina, pero reafirman su posición firme en el tema de la soberanía
El caso de las Malvinas en el siglo XXI
La cuestión de la soberanía de Malvinas sigue sin resolverse. Gran Bretaña todavía ocupa las islas militarmente. De hecho, está en constante expansión de sus actividades. Las Malvinas son de gran importancia. Son ante todo de importancia militar como cruce del Atlántico Sur, debido a su proximidad a la Antártida pero también a su proximidad a partes importantes de África. Por eso las Malvinas es uno de los rincones más militarizados del planeta. Parece que las bases militares allí incluso albergan armas nucleares, a pesar de la voluntad declarada de los estados sudamericanos de mantener la región más amplia libre de la presencia de tales armas.
Pero también son económicamente importantes ya que los recursos naturales de la región del Atlántico Sur están sin explotar: desde ricas capturas, recursos escasos y valiosos microorganismos hasta petróleo y gas. Gran Bretaña de diversas maneras expande ilegalmente la explotación económica de las islas al saquear efectivamente la riqueza natural que pertenece a la República Argentina.
Además, Gran Bretaña se niega incluso a entablar un diálogo con Argentina sobre el futuro de las islas, a pesar de que la ONU reafirma en cada oportunidad su compromiso con la Resolución 2065 Como se mencionó anteriormente, incluso durante la guerra, a pesar de condenar el uso de la fuerza militar por parte de la dictadura argentina, volvió a la solicitud sobre la necesidad del diálogo entre los dos estados para resolver la cuestión de la soberanía.
Argentina se mantiene firme en su reclamo por el retorno de las islas a su soberanía. En 1994 se añadió a la Constitución Nacional, La Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional que establece que:
"La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.
La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino."
Por supuesto, la realidad política es más compleja. Una parte significativa de la clase dominante económica y política esencialmente ha abandonado la demanda. Esto se expresó en varios acuerdos entre Argentina y Gran Bretaña que enfatizaron el desarrollo de las relaciones económicas entre los dos países e hicieron concesiones a Gran Bretaña desde la década de 1990, facilitando su explotación de los recursos naturales de la región.
El gobierno de centroizquierda de N. Kirchner ha vuelto a poner en primer plano el tema de la soberanía. Incluso lo planteó por primera vez durante su reunión con el entonces primer ministro británico Tony Blair. Pero luego, durante el gobierno del conservador M. Makri, el gobierno de Argentina dio serios pasos atrás en el reclamo. El acuerdo Foradori-Duncan proporcionó varias facilidades a Gran Bretaña para facilitar la explotación económica de la región. Fue un acuerdo claramente inconstitucional firmado por la parte argentina
[11].
Sin embargo, el reclamo por la abolición de la ocupación colonial de las Malvinas sigue vivo en la conciencia del pueblo argentino y de los diversos movimientos en América Latina. Es objetivamente parte de las demandas de los pueblos por la eliminación de los remanentes del colonialismo pero también por el fin del neocolonialismo imperialista. Puerto Rico es otro brillante ejemplo de dominio colonial, al igual que la ocupación ilegal de Cuba por parte de los Estados Unidos.
Además, muchas heridas nuevas se han abierto a finales del siglo XX y principios del XXI: desde la intervención de la OTAN y la desintegración de Yugoslavia hasta la imposición de protectorados en Kosovo y Bosnia, la invasión de Irak, Afganistán, Libia y Siria, en la región del Sahel en África y en otros lugares.
Las grandes potencias del planeta pisotean en cada oportunidad la soberanía nacional de los estados más débiles. Imponen su poder, explotan y saquean los recursos naturales y humanos. En el contexto de la crisis económica global y la intensificación de la competencia entre las grandes potencias por la redistribución de esferas de influencia, tales fenómenos incluso se intensifican.
Las condiciones para la restauración de la soberanía
Las claves para resolver la cuestión de las Malvinas siguen siendo las mismas. Compromiso con la restauración de la soberanía nacional y con las resoluciones de la ONU. Esto requiere negociaciones entre las dos partes, Argentina y Gran Bretaña, para resolver el tema de la soberanía en el menor tiempo posible, de una manera justa y pacífica que también tenga en cuenta los intereses de los habitantes de las islas.
¿Hay alguna posibilidad de una resolución exitosa del problema? Con el equilibrio de poder actual, no parece posible que Gran Bretaña reduzca su intransigencia para entablar un diálogo. Sin embargo, las cosas están cambiando. En primer lugar, ya no vivimos en un mundo monopolista.
La monocracia estadounidense ya no existe. China y en menor medida Rusia juegan un papel importante en el mundo pero especialmente en América Latina. Entonces pueden usarse para presionar a Gran Bretaña. China en particular, además de sus transacciones financieras e intereses en América Latina, también tiene cuentas abiertas con Gran Bretaña. Los desafíos de Gran Bretaña, ya sea uniéndose a AUKUS o enviando buques de guerra fuera de China o fomentando la oposición en su antigua colonia en Hong Kong, no quedarán sin respuesta por parte de la, cada vez más fuerte, China.
Por supuesto, esta explotación no debe conducir al depósito de todas las esperanzas allí. Lo más importante es mantener y aumentar la presión que ejercen los pueblos de América Latina contra el colonialismo y el neocolonialismo imperialista, para reclamar su independencia y su capacidad de forjar el tipo de desarrollo socioeconómico y político que desean. Cuanto más fuerte sea esta perspectiva, más fuertes serán las retiradas de Estados Unidos y Gran Bretaña. En las últimas décadas se han dado pasos serios, aunque inestables, en algunos países de la región, que han configurado un panorama diferente.
El frente diplomático de los países de América Latina, que en conjunto respaldan el reclamo de Argentina, también juega un papel muy importante. A medida que se fortalece la cooperación regional alternativa, la demanda se vuelve aún más sólida. Se transforma de una solicitud nacional a una solicitud regional.
Finalmente, pero quizás lo más crucial, en mi opinión, es el fortalecimiento del frente de reclamo interno en Argentina. Cuanto más activo y popular juegue el factor popular en la realidad política argentina, más fuerte será el frente interno. Como ha demostrado la práctica, una parte significativa de la oligarquía económica y política ha abandonado la demanda en aras de sus intereses financieros
Por otro lado, un reclamo exitoso presupone el fortalecimiento de Argentina. Esto, creo, pasa por el camino de la eliminación de las desigualdades sociales y el desarrollo industrial y tecnológico autosostenible. Este camino conduce a la unidad y disposición del factor popular, al fortalecimiento (económico, militar, diplomático) de la Argentina. Así que es el camino que puede conducir a una presión más efectiva sobre Gran Bretaña.
No olvidemos que ha habido casos en el pasado en los que grandes potencias se han visto obligadas a una retirada coordinada. El acuerdo del Presidente de Panamá Omar Torrijos con el Presidente de EE.UU. James Carter por la concesión del canal fue un caso así, Hong Kong otro. Recientemente - en otras circunstancias por supuesto- se anotó el retiro de Estados Unidos de Afganistán.
En todo caso, el fin del colonialismo en Malvinas también interesa a Grecia: no solo por nuestros lazos históricos con América Latina
[12] sino también porque la cuestión de Chipre es una herida abierta similar
[13], donde la ocupación turca continúa y las enormes bases británicas en el continente ni siquiera son territorio típicamente chipriota.
En el difícil período histórico contemporáneo, debemos insistir en adherirnos a los principios de la ONU: la eliminación de todas las formas de colonialismo, el respeto a la soberanía nacional y la inviolabilidad de las fronteras, la no intervención dentro de los estados, la solución pacífica de controversias, el rechazo de guerra (y preventivo) como medio de solución de controversias.
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[4] Το ζήτημα των Μαλβίνων
απασχολούσε τον Φ. Κάστρο ήδη από το 1948. Βλ. L. Suarez Salazar, «Aportes a las luchas de Nuestra America», στο R. Hidalgo Fernandez (comp.), El pensamiento
estrategico de Fidel Castro Ruz: valor y vigencia, La Habana, Edirota
historia, 2021, σελ. 282.